Ante todo quiero aclarar que no soy médico, ni siquiera me acerco a ello. Pero la curiosidad siempre me ha movido hacia esos temas, desde la fascinación que recuerdo muy temprana, cuando aquella mítica serie de M.A.S.H., sobre unos médicos que vivían la guerra desde una cierta distancia (la que debía imponer su salud mental en mitad del infierno de Vietnam) y en la que, entre fiestas, encuentros sexuales y trabajo mecánico, de vez en cuando se daban cuenta de que trataban con personas.
Esa fascinación fue desapareciendo y apareciendo ocasionalmente con aquella otra serie que ponían en TV3, ‘A cor obert’. No la seguí, pero luego me sorprendí al reencontrarme con uno de aquellos buenazos que se dedicaban a salvar vidas en una de esas trastadas perpetradas por Lars Von Trier, en este caso con Björk como cómplice (o víctima, a tenor de las ganas que le quedaron a la sueca de seguir participando en el cine), en forma del policía cruel e inhumano de ‘Dancing in the Dark’. Luego, no hace tanto, vino House.
Quiero decir que mi formación médica no pasa de los titulares -‘nunca es Lupus’- y de una cierta familiaridad con los términos más comunes. Y pese a ello, siempre he sentido una absurda impotencia cuando, con total tranquilidad, se detalla como causa de la muerte un paro cardíaco. No sé, llamadme ignorante pero, ¿el paro cardíaco no es una consecuencia? Es decir, si la palmas por una herida que te desangra, por una enfermedad grave o por un disparo certero, ¿no acaba todo ello desembocando en paro cardíaco? Y por eso, entiendo ante dicha afirmación al final de un informe de autopsia que, en realidad, el médico no tiene ni idea de por qué ha muerto el sujeto de su estudio. O si la tiene no la quiere poner.
Porque la información no la da el paro cardíaco como causa de la muerte, sino la asfixia, el traumatismo, el infarto… que provocan el paro cardíaco.
Y más allá de la acción de los médicos forenses, que tal vez cumplen órdenes de sus superiores, o de las notas de prensa que pasan las entidades pertinentes en casos como en los de aquellas ya antiguas víctimas de los Mossos, creo que la culpa última de todo este proceso recae en los que informan, en los que replican y aluden al paro cardíaco como causa de la muerte, dando por explicado algo que solo puede generar dudas. En los periodistas que, solo denuncian las presiones, que solo van a la huelga o que solo se rebelan cuando ya es demasiado tarde y están con un pie en la cola del paro.